No hay cura para esta enfermedad. El tratamiento se hace para tratar los problemas que hay.
[4] Para el mejor manejo se requiere varios especialistas, como gastroenterólogos, cirujanos generales, urólogos, nefrólogos, dietistas y trabajadores sociales. La disfunción crónica de la vejiga requiere el tratamiento por un urólogo y puede incluir la
cateterización urinaria de rutina para bajar el riesgo de dilatación del tracto urinario superior y el riesgo de infección urinaria y deterioro de la función del riñón. La
pseudoobstrucción intestinal crónica (CIPO) es mejor manejada por un gastroenterólogo y nutricionista familiarizado con trastornos de la motilidad intestinal.
Para establecer el grado de la enfermedad y las necesidades de una persona diagnosticada con un trastorno relacionado con mutaciones en el gen
ACTG2 se recomiendan las siguientes evaluaciones:
[1]
- Consulta de genética médica con la historia completa de la familia.
- Consulta con un experto en urología pediátrica en cuya evaluación puede incluir estudios de tracto urinario superior e inferior y la función renal.
- Consulta con un experto en gastroenterología pediátrica y estudios radiológicos del tracto gastrointestinal basado en los síntomas y el inicio (los estudios para saber todos los problemas que hay, y que pueden incluir radiografías abdominales, tomografía computadorizada abdominal, estudios de tránsito (es decir, estudios radiológicos con contraste del intestino), endoscopia y la manometría (que muestra contracciones reducidas o ausentes).
- Consulta con un especialista en nutrición pediátrica para evaluar el peso, la altura, la ingesta alimentaria, índice de masa corporal y el estado nutricional (medición de albúmina y prealbúmina, y las pruebas de la función del hígado).
La cateterización intermitente limpia y uso de antibióticos disminuye las infecciones de orina; se puede hacer también vesicostomía (apertura quirúrgica de la vejiga para el exterior, en que la orina sale por un hoyo en la barriga).
[1][4]
La anestesia general que se usa en las operaciones puede producir íleo post-quirúrgico (que quiere decir que el intestino no tiene movimientos y las heces se acumulan) que puede durar mucho tiempo.
Es necesario que el paciente tenga una vigilancia de rutina para evaluación de la función renal y diagnóstico precoz de infecciones urinarias. También se debe hacer evaluación rutinaria de la función del hígado en aquellos que están en nutrición parenteral.
[1]
Las personas que tienen CIPO deben evitar los alimentos ricos en grasas (> 30% de las calorías totales) y el consumo de lactosa y la fructosa que pueden empeorar la hinchazón abdominal y malestar.
Las complicaciones cuando se hace la nutrición parenteral total por mucho tiempo, pueden ser progresivas e incluyen
colestasis irreversible (que no vuelve a lo normal), disfunción del hígado, infecciones
en el lugar del catéter donde se da la alimentación (la línea central) y coágulos sanguíneos. Por esta razón, los individuos con un trastorno intestinal que necesitan estar en nutrición parenteral total por bastante tiempo algunas veces se hacen trasplante de varias vísceras.
[1]
Algunos relatos médicos muestran que el uso de medicinas llamadas agentes pro-cinéticos como
agonistas 5HT4 ha resultado en mejoría de la función intestinal.
[1]