El pronóstico (posibilidad de recuperación) para las personas con histiocitosis de células de Langerhans (HCL) puede variar mucho de paciente a paciente, pero en la mayoría de los niños, la enfermedad se resuelve. El pronóstico parece depender principalmente del número de sistemas de órganos involucrados, de la gravedad de la afectación de los órganos y, en menor grado, de la edad a la cual ocurren los síntomas. En general, los pacientes que son jóvenes y tienen enfermedad diseminada y disfunción orgánica tienden a tener un peor pronóstico.[7][8] Sin embargo, los recién nacidos que presentan sólo lesiones cutáneas tienen buen pronóstico, por lo general. Además, las personas que tienen afección hepática, biliar, pulmonar o de médula ósea suelen tener un peor pronóstico.
En un estudio en pacientes de varios centros, se demostró que el mejor indicador pronóstico fue la respuesta del paciente a la quimioterapia durante las primeras seis semanas de tratamiento. Por lo tanto, ha sido recomendado por algunos que las personas que no responden rápido dentro de las primeras seis semanas de tratamiento deben ser tratados con todos los medicamentos posibles.[8]
La HCL en la piel, los huesos, los ganglios linfáticos o la glándula pituitaria suele mejorar con el tratamiento y es considerada como "de bajo riesgo". En los pacientes que tienen problemas en el bazo, el hígado y la médula ósea la enfermedad se considera "enfermedad de alto riesgo" y puede ser más difícil de tratar. Algunos pacientes pueden desarrollar efectos secundarios a largo plazo tales como diabetes insipidus, crecimiento atrofiado, pérdida de dientes, defectos óseos, pérdida de audición o problemas neurológicos; mientras que otros pacientes no tienen efectos secundarios. En algunos casos, la enfermedad puede poner en peligro la vida.[8]
Los pacientes con HCL normalmente deben tener un seguimiento a largo plazo para detectar complicaciones tardías de la enfermedad o el tratamiento. Estos pueden incluir problemas de deformidad de los huesos o de la función esquelética, problemas hepáticos o pulmonares, anomalías endocrinas, problemas dentales o disfunción neurológica y neurocognitiva. Las tasas de supervivencia y la calidad de vida han mejorado y continúan mejorando.
Última actualización: 9/12/2017